lunes, 12 de diciembre de 2011
recaída
esbelta
perfecta
despojándose de todo
hasta que no puede más
dentro de paredes cristalinas
y, prenda por prenda, lentamente
deja al descubierto su piel desnuda.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Literal.
Conocí a la ciudad de México a través de los ojos mezclados con recuerdos ajenos de Elena P. y Tina Modotti. Me veo en sus experiencias, en su humildad deseos compartidos. Y así, camino por las calles del sur.Contaminación, adelante. Cementerio de épocas, temas retratados por otros poetas escondidos, escindidos por las cumbres lejanas. Rodeadas de sangre de masas. Ciudad llena de gritos y silencio, extendidos por planchas de cemento y rodeadas de árboles: anarquía.
Iniquidad: un c'est la vié, barnizado con un buenas tardes y aderezado con un hellomoto. Justo el coctel del desastre.
Alcantarillas que explotan al paso; uno, dos, tres y aparece el eco. El humo con el pantalón descosido y la raja de la falda de la mujer de enfrente se vuela: intervención extranjera.
Las montañas se duermen a lo lejos. Las 2 calas se mecen ante mí y rio. La gente no me ve. Pero sé que estoy ahí. Justo aquí, debajo del árbol que cede el paso a las calas. Con frío, la luz pálida del sol, carajo y yo sin sueter.
El mundo cambia lentamente, demasiado lentamente. Quizá de unas 2 revoluciones (oh, Luis XVI) en la era. Quien sabe. La Reina pasa, me sonríe y se sienta junto al reloj de sol. Se desnuda el torso para tomar sol: sin querer enrojezco ante el enceguecedor espectáculo. Escribo: "pequeña pero con un gran fin" dentro de mi diario de viajes. Mi copia de Tina desaparece bajo la tierra de los recuerdos. Contaminación atrás y adelante. Marche.
Mi cámara, infiel compañera de andanzas, atestigua mi causa perdida: los años perdidos con la Reina -ahora mujer casada y con hijos- debajo del árbol. Ahí dejadas. Con versos de la castellanos, mis fotografías al vientos. De la no Universidad y los infames trabajos todos incompletos. más el laboratorio (Rock-on)
Mi piso actual: un estudio compartido con risas estridentes de unas chicas que revuelven todos los recuerdos de la juventud. Rebelde yo que escribe con Madonna y Famasloop de fondo. Mejor me concentro en lo que ha de salir del grafito para la pantalla. Cuatro, cinco, seis tipos de risas estridentes invaden la habitación.
Un pop-up: Reina mail. Te quiero, negra.
Flores y malas pasiones que recrean la poesía misma como acto de fe. Haces catarsis. Hijos más, menos. Obligaciones para tirar hasta el techo: eso es el ser diplomática. Mi aspecto de ti favorito: poco a poco veo tus ojos llenarse de lágrimas. Justo al leerme. Y yo, desde acá, se me hace agua el guarapo y me queda el corazón chiquito.
Ella, La Reina, sigue en cueros y sonríe. Mi respuesta un grrrrrr! que sale desde lo más hondo de mí.
Ya, cayó la tarde y la brisa se levanta, mientras recito mi poema favorito:
"que su atezado ceño
al superior convexo aun no llegaba del orbe de la Diosa que tres veces hermosa con tres hermosos rostros ser ostenta, quedando sólo o dueño del aire que empañaba con el aliento denso que exhalaba; y en la quietud contenta de imperio silencioso"
Se levanta y clama antes de irse: prométeme que no olvidarás esta tarde, llena de silencio que dice más te
quiero que nada en el mundo.
Y esa es la última vez que la tuve entre mis manos.
lunes, 19 de septiembre de 2011
Micraficción
martes, 13 de septiembre de 2011
WOMAD: un tiempo para respirar arte.
Es organizado por Peter Gabriel, el ex-vocalista de Génesis, cuya producción convoca a artistas de todo tipo a compartir, con el público asistente a las sedes, sus culturas.
Sus sedes están en Reading, Inglaterra y en Cáceres, España que son pueblos patrimonio de la humanidad por su valor histórico y cultural. El último fue en Cáceres a mediados de Mayo del 2011. Y, próximamente, en Octubre en Australia (Adelaida).
Este festival es organizado para promover el intercambio cultural y el cambio de mentalidad acerca de la discriminación racial. Dándole valor a la sana convivencia durante todo el año, desde Inglaterra para todo el mundo.
Es el festival que durante 3 días reune culturas de todas partes, además permite disfrutar de las manifestaciones artístiacas y aprender de ellas a través de la experiencia directa por más de 29 años, desde 1982.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Se busca Patrocinador.
jueves, 18 de agosto de 2011
Santa.
sábado, 6 de agosto de 2011
Cuento futuro.
martes, 2 de agosto de 2011
Sorpresa, sorpresa.
miércoles, 13 de julio de 2011
jueves, 7 de julio de 2011
Ariadna desde afuera.
miércoles, 6 de julio de 2011
No lo sé.
lunes, 30 de mayo de 2011
La mujer de la bufanda verde.
martes, 24 de mayo de 2011
viernes, 20 de mayo de 2011
lunes, 16 de mayo de 2011
Ciudad Sitiada.
miércoles, 11 de mayo de 2011
Voces Prestadas.
http://rodolfonaro.blogspot.com/2011/05/voces-prestadas.html
jueves, 5 de mayo de 2011
Atrévete.
repujada de madera de mi cama.
A decirme que me quieres, perro,
que de verdad me amas,
nunca me hiciste sufrir
con tu brutal indiferencia.
Atrévete a bajar al nivel de mi rostro.
Acaricia mi rostro con tu aliento,
conténte un momento
y seca de mi rostro demacrado
todas las humillaciones recibidas.
viernes, 29 de abril de 2011
Pseudónimo.
Te escurriste por mi adolescencia.
En mi adultez, desapareciste.
Te admiré
y ya no te vuelvo a ver.
sábado, 23 de abril de 2011
Fotografía.
granada y mala.
Equilibrio cruzado de tus piernas.
Truncado el saludo
fulminados todos con tu mirada
de ojos grandes sin pegotes negros.
Me miras una vez
sonreí discretamente
la luz reflejada en tu rostro
que hizo girar mi cabeza
en tu dirección,
anhelando tocar tu cabello
oscuro que tantas objeciones causara.
lunes, 28 de marzo de 2011
viernes, 25 de marzo de 2011
Luuuuuuuuuuuucha Libre.
Mi primera vez en una arena viendo cómo la gente se cae a golpes. Emoción :)
Fui hasta allá el viernes que se presentaba una pelea estelar, fue televisada y cubierta por medios “patito”. Llegué a eso de las 8pm. Lo curioso es que la arena está cerca de mi casa, como a 25 minutos o menos, dependiendo del metrobús. Está a unos pasos de la estación Cuauhtemóc de la linea 3 del metrobús. Fui con mi padre que es el único en casa que está dispuesto a ver espectáculos de ese estilo. Compramos entradas en las gradas que eran las más baratas y consumimos relativamente poco durante las peleas.
Para mí, fue la primera vez que vi semejante cosa: gente a la que le pagan por darse golpes y caer bajo la provocación de los insultos del público. Es impresionante la emoción que corre por los pasillos minutos antes de la primera pelea. Es curioso, la forma de golpearse entre las mismos luchadores: ¡se golpean con la mano abierta! Siempre había visto que la gente se golpea a puño cerrado, una vez que me entraron a golpes tuve que pelearme a puño suelto -si, dolieron los moretones al rato después-.
Poco a poco, antes de la hora de la primera pelea, se iba llenando la sala. La arena estaba llena en la base, arriba tenía menos gente y se podía ver mejor. Subimos, mi padre y yo, 6 tramos de escaleras, hasta llegar a las gradas del pueblo. Entre cada tramo, habían anuncios que vociferaban los precios de las cosas en el local; cervezas, refrescos, botanas y cada tanto se pasaban con los productos unos comerciantes que te llevaban el servicio hasta tu lugar -puntos a favor de ellos por mi parte-.
Al fin, nos sentamos. Casi al centro de la arena. A la derecha de las pantallas que magnificaban los golpes. Detrás de nosotros estaba una chica que, en vez de boca, tenia una cloaca de lo malhablada que era. Supongo que su sarta de insultos al cuadilátero era consecuencia de la emoción de ver a sus luchadores favoritos.
La lona del cuadrilátero tenía el logo de corona con fondo azul. Al poco rato sale el “maestro de ceremonia” y anuncia los nombres de los primeros luchadores en escena. Lamentablemente, las diapositivas que contenían la información apoyando al presentador eran mal coordinadas y tampoco el micrófono funcionaba correctamente. Así que nada más recuerdo pocos nombres. La primera pelea, por fin, era en equipos de 2 hombres. Cachetadas, piruetas con base en las muñecas, chicotes y las 3 caidas de rigor. Insultos como aplausos y silbidos de parte de la audiencia.
Dato curioso: aprehendí a utilizar el famoso “culero” como abucheo y a silbar a las chicas que reciben las cuentas de las caidas -eran unas chicas bastantes dotadas pero con cara de chicas de esquina, trabajadoras de la noche capitalina-. Me parece increíble la forma en que chocaban contra la lona del fondo, la hacían reverberar tanto que llegaba hasta el techo. El sonido seco que producía enardecía a la masa, hasta que los dos miembros de alguno de los equipos salía del ring y no volvía a entrar -forma curiosa de “terminar” con alguien: apachúrralo desde casi 2 metros y no lo sueltes hasta que se le corte el aliento-. Magullones después, otra pelea. Esta vez de mujeres. Una mujer que tenía un volumen masivo, un “mamacita” detrás de mi. Su equipo estaba conformado por otras dos luchonas, que ocupaban el mismo espacio, en total eran 6 mujeres en la lona. Unas piruetas después, salen las contrincantes, uniformes similares en ambos equipos. Colores y materiales similares: negro, fundamentalmente. Las mujeres se dan con todo, mucho más que los hombres, que me pareció solo un mero espectáculo. Se daban como si de verdad -verdaíta- se odiaran o estuvieran súper estresadas.
Luego de los jalones de cabellos, otra pelea de hombres. Ahora es un todos contra todos. Son golpes más estruendosos. Desenfrenados. Desenfadados. Marcas, a todas las cuerdas, la marca a cada uno de los luchadores. Sube, corre, cae. Contén el aliento. Silba. Provoca a tu público. Oye a las hordas de pueblo. Sé la manifestación de sus más bajos deseos. Doble o nada. Hasta los últimos 2. Me dejó con ruido en la cabeza:¿no debía quedar sólo uno? En fin, se pusieron violentos y se suspendió la pelea.
Un homenaje a un gran luchador, de acuerdo a un video que transmitieron por las pantallas. La multitud de luchadores hicieron un circulo de aplausos para rendirle tributo. Me pregunté si había muerto de forma natural o a causa de un accidente, justo en mitad del tributo. No quise preguntarlo en voz alta porque creo que ninguna de las personas alrededor había entendido todo lo que se dijo -malvados micrófonos que no funcionaban-.
En resumen, me divertí. Noté que la gente alrededor y afuera de la arena, está realmente comprometida con esa pasión que representa el deporte -aunque acá desde donde escribo sea visto como tal- para una afición tan brava como las del fútbol. Tanto así que reproducen las leyendas (los muñecos de acción) de los luchadores en serie, igual que las máscaras, las fotos y las entradas de los revendedores.
Salí temprano, no me gustó el área cercana a la Arena y mi padre estaba muy cansado. Botanas y bolas de gente después, se publicaron ciertas fotos en Facebook de las que no debo hablar mucho. Sonrisa culpable.
miércoles, 23 de febrero de 2011
Kimberly Guzmán.
No lo sé, ni quiero saberlo.
Una habitación de hotel
fue nuestro escenario.
La luz del mediodía,
el espectáculo de fondo.
La música, protagonista indudable.
Mucho rato después, dibujos.
Versos núbiles y tontos.
Chocolate y frío.
Niñas escandalosas.
Mucho después, después
dibujos perfeccionados
y versos maduros, por medio,
ahí estás, caminando
soñando despierta
"leyendo"versos inarmónicos.
Que se escriben por tu cumpleaños.
Vos lo sabés mejor que nadie.
viernes, 18 de febrero de 2011
Viernes
viernes, 11 de febrero de 2011
Colores desdibujados.
jueves, 10 de febrero de 2011
Festival Internacional de Cine Capital. (FICCMexico)
miércoles, 2 de febrero de 2011
El drama del siglo.
nunca me dijo si elegiría algún camino.
La noté confundida, sonrisa nerviosa.
Marco barroco.
Tintes del pueblo.
Puse una moneda en su mano,
lánzala y ella decidirá.
Continué mi camino
y la arrastré conmigo.
Irene Karenina Rondón Alemany.
viernes, 28 de enero de 2011
Blue Girl.
Miedo a volar: una luz empedernida en mi cerebro. Miedo a volar: un libro famoso. Un manual perfecto de la perversidad (en práctica, señorita, en práctica). Sus hojas contenían las verdades exactas de la femme fatale. Las condiciones efectivas para atrapar moscas hombres. O para convertirse en una mosca muerta entre manos de hombres.
La protagonista tenía una única cualidad que yo compartía: nalgona. Era nalgona según la descripción de la escritora, y eso le bastaba para tener al hombre que quisiera. Chocolate, pasteles o trufas agravantes de su condición se celebraban a cada rato bajo la voz masculina de un coprotagonista. Nalgona, pensé. A tragar grasa pastelera. Estoy lista. ¡A volar!
Pese a la voluptuosidad de las caderas representativas de la mujer, ser nalgona no bastaba para metamorfosear a la protagonista en mis carnes. La nalgona aquella era truchamente trucha. Listísima en el arte de reducir la realidad a experiencias traumático-infantiles con la finalidad de justificar sus tantas mentiras e infidelidades. Mi infancia, cristal sabor chicle lleno de recuerdos gelatina, no bastaba para ingeniármelas. Necesitaba algo de maldad macho-teniente. Era preciso aprender de un ente masculino que codificará aquellos perfiles que la protagonista podía descifrar sin problemas para tomar ventaja. Necesitaba ayuda profesional, y Benjamín sería el maestre de mi iniciación en la conquista masculina.
¿Benjamín, bombón acaramelado, qué les gusta a los hombres de las mujeres? No mientas. Dime en serio. A los hombres les gustan las mujeres inteligentes. Ajá. Diez palabras diarias en latín para impresionar con mi léxico galáctico. Nalga y plural. Pluralidad del verbo. En serio. ¿En serio qué? Sudor nervioso en sus axilas, estremecimiento en su frente. Ash…
En realidad, Benjamín nunca pudo ayudarme en nada. Su conocimiento sobre las relaciones mujer-pene era mínimo. El nerviosismo de sus piernas apenas y lo podía controlar al ver mis calcetas mojadas por mi orina. Su olor a perfume barato me mareaba. El agobio me provocaba una especie de nerviosismo que me hacía sospechar de mi amigo: él sabía la clave para controlar a la machunidad, pero por alguna razón jamás me la diría. Era un posesivo. Un celoso. Un enamorado desesperanzado. Era uno de aquellos adolescentes enajenados con su guitarra. Me tocaba las canciones de su banda favorita y yo me aburría. Sus labios, encarnecidos en notas derrochadas, me cantaban boleros llorosos, mientras sus ojos recorrían la línea de mi falda. Que fastidio de romanticismo. Lo único que yo quería de Benjamín era el password secreto para abrir la mente de todo aquel varón-hombros-anchos-mente-angosta que se me cruzará en mi camino, y Benjamín tocando cursilmente, vilmente, cursihorriblemente. ¡Ay Benjamín, ya dime…no seas mala onda! Benjamín hundido en las manchas de sus ojeras a causa de horas desveladas pensando en cómo conquistarme. ¡Que sí! Pero somos amigos. La verdad es que eres muy… lindo, pero a mí me gusta Alejandro. (¿Alejandro, quién? ¿Cuándo? ¿Cuál?)
El manual lo decía: mantener prendida una velita. Ser perra hasta el extremo. Dejar un rastro de perfume hormonal a tu paso para que todo macho te montara sin ser montada. Y Benjamín, víctima de un chupetón en el cuello que la arañaba el estómago y le provocaba espasmos en el vientre, me veía huir mientras corría inventándole que me gustaba alguien más.
La verdad es que cuando permanecía sola, en silencio, tratando de contemplar el rostro de todos los muchachos que me gustaban, no podía imaginar a ninguno en particular. No había sonrisas que me provocaran ternura en mis pechos, o alegría en mis pies. No había ojos que me hicieran sentir cariño azul. Mis sueños estaban vacíos de una forma masculina a la cual querer. Lo único que podía pensar era fornicar con aquellas sombras grises inhumanas, para luego ir corriendo a los brazos de Benjamín y platicar frenéticamente sobre la cremallera ideal.
Miedo a volar: la lista de todos aquellos de los cuales la protagonista se había enamorado. Sus cremalleras fantásticas. Inigualables. Yo, ingenua de mis conquistas, escribí mi lista a fuerza de recortes imaginarios: Urbano. Bebedor empedernido. Junior abaratado que lame excusados.Estudiante de inglés chafa de los Beatles hippies y Queen mona. Judío franco parlante, voceador de la justicia israelita. Periodista agresivo, abandonado por la justicia editorial. Maestro particular de literatura. Uno en dos. Dos en uno. Estudiante contador. Coño empresarial. Maricón medio amariconado, que tocaba varios instrumentos, leía poesía en voz alta y me manoseaba cada vez que se dormía en el cine. Benjamín, piel blanca mantequilla...
¿Benjamín? ¡Demonios! Mi plan estaba siendo boicoteado. ¿Quién se enamoraría de Benjamín? ¿Quién iba a querer pasear con él en aquellos autobuses, y tomarle de la mano mientras vestía esos horrible jeans y converns sucios? No, yo no. Todas menos yo. Jamás abrazaría su espalda llena de bultos hormonales. Ni mucho menos olería su entrepierna peluda. Sus labios por mi cuello... ¡No! La lepra benjamínica. Corazón. ¿¡Amor!? A la relectura del manual encontré medidas extremas que me ayudaron a encontrar la solución a la fiebre benbubónica: salir a la calle, atormentar.
Benjamín, vamos a tomarnos un café. No seas malo. Por favor, necesito salir.
Caminando, escuchando el asfalto de la marea urbana, pensaba en mi andanza conquistadora sobre la dominación del macho Benjamín. Mi cabello alborotado. Labial rojo. Una falda corta y calzones con holanes rosas. Mira Benjamín ¿te gustan? Benjamín y su erección. Jajaja, eres un cerdo. Ándale, que tengo que ligarme a alguien. Observa a la hembra en busca de la libertad.
Al paso gitanesco de mi búsqueda vi la forma andrógina del cuerpo esbelto y alto de un muchacho. Cabello lacio carbón. Piel morena canela. Ojos intensos. Vellos arena. Pie grande. Camisa a rayas gris. Pantalón de mezclilla prensado. Olor a pene. Pene grande. Grandes penes. Cremallera celestial. Benjamín, espérame aquí. Si no regreso me fui con él.
Benjamín paciente espera. Benjamín paciente esperó.
Dos horas bastaron para recorrer el museo, tropezarme con el candidato e irme a comer con él. Otras dos para que el susodicho me llevará a su casa en Polanco, me desnudará, y al momento de la penetración se malviajará con choros sobre mi virginidad. Portazo en el garaje. Gritos de ahogado. No, de verdad no. Un taxi y mi mueca asustada. Adiós. Una hora después, con la falda mal puesta, volvía a mi terreno de salvación. Noche áspera. Benjamín en su cuarto tocando la guitarra. Entré a su habitación y le conté llorando mi odisea. O sea, tenía el pene super chiquito. No te imaginas, era como ver mi dedo gordo con forma de pene. Pinche Benjamín eres un idiota. ¿Por qué no me esperaste? ¿Qué tal que era un psicópata? ¿De qué tamaño es tu pene? Déjame ver. En respuesta, dentro del calzón, la mano encontraba una carne arrugada con tendencia a la desaparición. Benjamín eres un maricón.
Confusión hormono-sentimental. El libro le echaría la culpa a las estaciones del año y al consumo frenético de los amorosos de emociones tormentosas. Pero yo se la echaría a mi vagina egocéntrica, alimentada constantemente por el sentimiento de poder sobre Benjamín. Sus mejillas rojo caramelo cada vez que me le acerca me daban poder. Creía que era la única mujer del mundo, capaz de manipular sus pensamientos, jugar con sus deseos, y destruir cualquier persona que se le atravesará en el camino. Controlaba sus conversaciones, sus oraciones, sus cuadernos de clases. Aromatizaba su mochila con mi perfume. Lo visitaba todas las tardes para asegurarme que hiciera mi tarea y después saliera conmigo para ver chicos. Lo obligaba a recitarme las veces que me rescataría de mis enajenaciones y la cantidad de dinero que se gastaría en mis caprichos. Le mancha sus playeras con mi lápiz labial. Me sentía la olla de las palomitas de maíz. En cualquier instante podía hacer explotar a Benjamín. Hacía arrastrar en la penumbra a los Benjamines que me querían bien, pero que eran demasiado sutiles y torpes. Benjamín el idiota. Benjamín el imbécil. Benjamín el muerto de hambre. Benjamín, el tonto Benjamín que se conformaba con verme reír con mis porquerías. Y yo, inventando cada día más y extraordinarias chorradas para sorprenderlo.
Llevaba a la perfección el manual. No sabía lo que era el miedo a volar, y conseguí acostarme con varios tipos. Me acosté con todos los que pude. Confundida, los abrazaba a todos por el cuello pensando en cómo huir, y mientras desesperados intentaban desvestirme, suspiraba y gimoteaba el nombre de Benjamín. La turbulencia de mi ataque infame entraba en catarsis al llamar a Benjamín por las noches al mismo tiempo que fornicaba con sujetos indeseables. Ay, Dios. Al fondo del teléfono un lloriqueo. Ay…Dios me va castigar.
Efectivamente. Dios me castigó. Benjamín empezó a faltar a clases. En su casa, su hermanita me decía que no había llegado aún, que no había ido a comer, y que no había dicho si regresaba. Me pasaba toda la tarde sentaba en la banqueta, esperando a que Benjamín llegará a su casa para poder estar con él y contarle mis falsas aventuras. Aquellas canciones que él me cantaba empezaron a tomar sentido. Las escuchaba y mi corazón se conmovía hasta arrojar golpes de inquietud. La maravillosa laguna de la tristeza. Su cuerpo tomaba la forma del hombre deseado debajo de mi cama. Benjamín ¿a dónde fuiste? Te esperé toda la tarde. Escuché la canción que el otro día me cantaste. Cancelé mi cita con aquel tipo que te conté. Invítame a pasar a tu casa. Ándale. Te extraño… Te extraño, ándale… ¡Nada! Benjamín se negó con un portazo que me reventó las venas de la nariz. Sangre cobre a borbotones. Dolor. Lloriqueo. Dolor estomacal.
Maldito libro. ¿Dónde dice cómo recuperar a Benjamín? ¿Dónde estas las palabras mágicas para curar un corazón herido? Miedo a volar. Más citas, más chicos, menos Benjamín. Más borracheras, más fiestas, menos Benjamín. Más angustia en la garganta cada vez que me abría un pene, más dolor en el pecho cada vez que amanecía con alguien, más estremecimiento cada vez que Benjamín no me abría la puerta, y unas ganas enormes de querer arrancarme la cabeza a golpes y morir el día que lo vi saliendo con una chica de su casa. Maldita. ¡Es una puta!
Pasé muchas tardes sentada a la orilla de la banqueta, comiendo impulsivamente chocolates y tomando cerveza. Deseaba ver el contorno de Benjamín cruzar la calle. Quería despertar en las mañanas oliendo a su piel.
Cuando por fin pude ver a Benjamín me abalancé para sostener su brazo. ¡No te suelto hasta que entremos a tu recámara! Por favor, te juró que no te voy a contar ninguna de mis tonterías. Necesito hablar contigo. Por favor. Un suspiro pesado de su aliento. El paso arrastrado. Su cabello mojado con olor a manzanilla. ¡Benjamín, por favor!
Su mirada ya no era la misma. Era como si un santo me viera en la condenación del infierno. Sus ojos negros brillaban de un coraje extraño. Apenas y me dirigía la palabra. No. No. No. Monótonos “nos”. ¿Estás enojado conmigo? No. ¿Ya no quieres que te venga a ver? No. ¿Quieres ir al cine? No. ¿Me has extrañado estos días? No. Ya me voy. No. No. Mi plan no funcionó. Benjamín, el ridículo enamorado, se había desenamorado de mí, mientras que yo había descubierto que todas las putadas que había hecho eran para demostrarle todas las cosas que podía hacer con él y por él. Todas las veces que me desnude enfrente de otros era para demostrarme que podía desnudarme en frente de él. Todas las tonterías que le contaba eran para decirle que lo quería y que por él estaba dispuesta a destruirme en la perdición.
Al rescate. Al rescate de mis pensamientos. Al rescate del amor vivo. Al rescate retorcido del amor eterno. Benjamín, te quiero. Un aventón a la cama. Besos, mordidas, jalones de pelo. ¡No, espera! Sí, que sí te quiero. ¡No, que no! ¡Ándale! Mira ¿te gustan mis pechos? Sí. Uy. Quítate el pantalón. Siempre te quise. Perdón. No. Que sí. Patadas. Arañazos. Ropa volando. Un gemido, dos gemidos. ¡Ay Benjamín! No. ¡Que no puedo! ¡No! ¡Mi novia esta embarazada!... ¿Embarazada? ¿Quién demonios se embaraza? ¡Maldita perra!
Miedo a volar. Miedo a volar con Benjamín. Le negué el viento de mi cariño. Lo desplumé vilmente. Lo dejé como un pajarraco deforme sin alas. Le di alas. Se las arranqué. Lo aplasté como oruga emborrachada de chapopote, y además cuando se recuperaba, lo aventé como inválido en su silla de ruedas hacía el balcón. ¿Embarazada? ¡Que estúpido! ¡Que tarado!
¿Embarazada tu novia? Si ni bonita es. ¡Es horrible, parece bruja! Benjamín eres un idiota. Cachetada dolorosa. ¡Ojalá te mueras por imbécil! Patadas en las rodillas, cabellos en el suelo. No es cierto. Te quiero. Perdón. Jaloneos ¿Perdón de qué? Perdón. Amor. Familia. Casamiento. Me quiero morir. Si tú no estas… ¿Qué hago? Me voy a morir. No. Sí. No. ¡Pinche vieja puta! Lloro... Perdón. Me voy. Por ti.
Un corto adiós.
Mi corazón, mutilado en múltiples cachos de tejido muerto, lloraba por Benjamín el amórfo. El principito abandonado voló al cielo. Llorando de espaldas a la ventana me hundía en su recuerdo perdido. Llorar ahogándome en histerias desoladas. Benjamín anuncio de mi sueño.
Años después, durante días ahuecados y noches parranderas seguí practicando el manual del miedo a la perfección. Encontré a nuevos Benjamines. Todos con diferentes finales. Todos destrozados. Todos me destrozaban. Era como si cada uno de ellos iniciará un viaje interminable de luchas inacabables, infidelidades brutales, miedos y lágrimas.
Al final me cansé. Al final la protagonista se cansa. Al final todo mundo se harta. La igualdad del desconsuelo. Lejanía. Indiferencia. Armonía falsa.
La protagonista nalgona, se queda sola, bañándose en la tina de su habitación. Sola, pensando que deseaba ser perdonada y continuar la historia de una manera moderna, original. Seguir puteando hasta la gonorrea. Yo decidí casi lo mismo, pero la gonorrea me había empezado ya. No podía dejar de putear.
Benjamín y mi soledad.
viernes, 21 de enero de 2011
Psicosis.
Irene Rondón.
Bebértelo de un trago y escupir fuego en el cruce de una vía appia.
Te alejas como si nada pasara: ni te percatas de la responsabilidad que contienes. Que no debes ser perturbada porque ocasionarías una explosión mayor que la de Pandora. Pero tú, en cuerpo entero, eres un misterio, así, te sigo. Te sigo, porque traes el arcoiris en tus hombros y proclamas la lluvia con tus suspiros. Paras en una esquina, examinas el lugar alrededor tuyo pero no me ves: no puedes verme. No se porqué eso me alegra infinitamente. Quizá tiene que ver con el hecho de que me encanta verte, acariciarte con la brisa del oriente y suspirarte que eres la que sigue en mi lista.
Hago todo, excepto lo último: no debo llevarte conmigo aún. No quiero, ni puedo siquiera apagar la luz que emanan tus ojos. Ni cortar el reflejo de la luz del sol de las cinco, reflejos rojizos. Me apuntas con el dedo que no debes, no es digno de una dama. Percibes mi sombra a tu lado. NO quiero mirarte a la cara, porque será lo último que veas. No sería justo. El sol baja por tus caderas, poco a poco se oculta tras la cima de tu trasero. Sigues caminando, el accidente es casi inevitable, invisible. Y caes directamente a mis brazos. Te sostengo y te digo la última cosa que habrás de oir, antes de cerrar los ojos, "Te amo más que a mi almohada". Cierras los ojos, exhalas la última cosa que se sabrá de ti; un mustio Gracias.
No dejo identificación. Nadie se percata de tu cuerpo inerte. El mundo sigue, ya ha encontrado alguien que te reemplace, con el mismo vaiven de tus caderas. Pero otro cabello, otro arcoiris. Un reflejo distinto, que le hace la luna. Será la victima de algún victimario y no está en la lista. Siento la brisa del oriente levantar el cuerpo inerte junto a mí, ella camina a mi lado, mientras yo sigo buscando.
A Génesis Reyes.
viernes, 14 de enero de 2011
Mochuelo
Hola: hoy te hablaré de mi grupo favorito. Ellos son paisanos míos -te preguntarás de dónde soy, pues de Venezuela-. Vienen de Maracay, estado Aragua, Venezuela. Se llaman “Mochuelo”. A ellos los pondré como ejemplo de lo que pasa en la movida rockera emergente venezolana –quizá pase en otras partes del mundo pero no me consta-. Este primer texto que te escribo es para recomendarte que los escuches, ya que la voz de la vocalista es lo máximo: Mariana Rengifo. Mientras te escribo, escucho su primer disco homófono: Mochuelo –te confieso, se está repitiendo la misma canción desde hace unos veinte minutos: “En mi cuarto”-. Ellos despuntaron en el 1er Festival de Nuevas Bandas de 2004, celebrado en Caracas –mi ciudad-. Hace poco, me gané una entrada para verlos en el ‘Hard Rock Café’ de Caracas, gracias a esta canción. Por razones que te podría explicar en otra carta pero ya en privado, no fui. Mochuelo, desde su formación, ha luchado por poner un tema en la radio –cosa que hace unos años era duro de poner-. En Venezuela, hay muy pocas estaciones que le dan promoción a las bandas emergentes, aunque es mandato de la Ley que la mitad de la programación de éstas sea producción nacional –por lo general suenan remixes de canciones que son ‘clásicas’ en el repertorio “nacional”-. Cualquier género. Debe ser una cosa genial el escuchar una canción de tu autoría o tu voz en la radio. Ya le cambié la canción al reproductor, ahora está sonando “Me Desenfocas”, su primer sencillo promocional –sonó bastante cuando salió, me acuerdo porque sonaba bastante en mi estación favorita “La Mega”-. Rock alternativo con un poco de pop. Te confieso que la voz de Mariana es demasiado sexy. Suave, dulce incluso. Si te gusta el rock ligero ellos te gustarán. El año pasado (2009) sacaron su segundo disco: “Un tanto más”. Es totalmente diferente al anterior, tiene más electrónica y pop, con algunos toques rockeros. Denota madurez como grupo, mas adulto joven. Cambió a: “Desapareces”, otra canción del primer CD, es una canción que me gusta bastante pero la he estado escuchando por varios días seguidos así que la cambio. Coloco una canción del segundo CD: “La reina del lugar”, deberías verme; sacudo mi cabeza al ritmo de las primeras notas. Mariana se mete en el personaje que describe, una chica artificialmente ‘hermosa’. “Que se maquilla hasta para ir a la esquina”, dice. Muestra sus ‘atributos’, caminando de una forma singular. Me da risa esa canción. Por último suena “Luna”, esta canción “me mata”, literalmente. Es una balada preciosísima. Lo único que espero es que ellos vengan la ciudad de México –tipo Mariana Vega o Los Amigos Invisibles, que vienen con frecuencia-.
Aquí abajo te dejo los links –videos en youtube- para que veas quiénes son estos chicos y su dirección de contacto por Facebook.
http://www.youtube.com/watch?v=XUXi6L7XBRg&NR=1
http://www.youtube.com/watch?v=dqyxNeuc7N8
www.facebook.com/grupomochuelo