lunes, 28 de marzo de 2011

viernes, 25 de marzo de 2011

Luuuuuuuuuuuucha Libre.


Mi primera vez en una arena viendo cómo la gente se cae a golpes. Emoción :)

Fui hasta allá el viernes que se presentaba una pelea estelar, fue televisada y cubierta por medios “patito”. Llegué a eso de las 8pm. Lo curioso es que la arena está cerca de mi casa, como a 25 minutos o menos, dependiendo del metrobús. Está a unos pasos de la estación Cuauhtemóc de la linea 3 del metrobús. Fui con mi padre que es el único en casa que está dispuesto a ver espectáculos de ese estilo. Compramos entradas en las gradas que eran las más baratas y consumimos relativamente poco durante las peleas.

Para mí, fue la primera vez que vi semejante cosa: gente a la que le pagan por darse golpes y caer bajo la provocación de los insultos del público. Es impresionante la emoción que corre por los pasillos minutos antes de la primera pelea. Es curioso, la forma de golpearse entre las mismos luchadores: ¡se golpean con la mano abierta! Siempre había visto que la gente se golpea a puño cerrado, una vez que me entraron a golpes tuve que pelearme a puño suelto -si, dolieron los moretones al rato después-.

Poco a poco, antes de la hora de la primera pelea, se iba llenando la sala. La arena estaba llena en la base, arriba tenía menos gente y se podía ver mejor. Subimos, mi padre y yo, 6 tramos de escaleras, hasta llegar a las gradas del pueblo. Entre cada tramo, habían anuncios que vociferaban los precios de las cosas en el local; cervezas, refrescos, botanas y cada tanto se pasaban con los productos unos comerciantes que te llevaban el servicio hasta tu lugar -puntos a favor de ellos por mi parte-.

Al fin, nos sentamos. Casi al centro de la arena. A la derecha de las pantallas que magnificaban los golpes. Detrás de nosotros estaba una chica que, en vez de boca, tenia una cloaca de lo malhablada que era. Supongo que su sarta de insultos al cuadilátero era consecuencia de la emoción de ver a sus luchadores favoritos.

La lona del cuadrilátero tenía el logo de corona con fondo azul. Al poco rato sale el “maestro de ceremonia” y anuncia los nombres de los primeros luchadores en escena. Lamentablemente, las diapositivas que contenían la información apoyando al presentador eran mal coordinadas y tampoco el micrófono funcionaba correctamente. Así que nada más recuerdo pocos nombres. La primera pelea, por fin, era en equipos de 2 hombres. Cachetadas, piruetas con base en las muñecas, chicotes y las 3 caidas de rigor. Insultos como aplausos y silbidos de parte de la audiencia.

Dato curioso: aprehendí a utilizar el famoso “culero” como abucheo y a silbar a las chicas que reciben las cuentas de las caidas -eran unas chicas bastantes dotadas pero con cara de chicas de esquina, trabajadoras de la noche capitalina-. Me parece increíble la forma en que chocaban contra la lona del fondo, la hacían reverberar tanto que llegaba hasta el techo. El sonido seco que producía enardecía a la masa, hasta que los dos miembros de alguno de los equipos salía del ring y no volvía a entrar -forma curiosa de “terminar” con alguien: apachúrralo desde casi 2 metros y no lo sueltes hasta que se le corte el aliento-. Magullones después, otra pelea. Esta vez de mujeres. Una mujer que tenía un volumen masivo, un “mamacita” detrás de mi. Su equipo estaba conformado por otras dos luchonas, que ocupaban el mismo espacio, en total eran 6 mujeres en la lona. Unas piruetas después, salen las contrincantes, uniformes similares en ambos equipos. Colores y materiales similares: negro, fundamentalmente. Las mujeres se dan con todo, mucho más que los hombres, que me pareció solo un mero espectáculo. Se daban como si de verdad -verdaíta- se odiaran o estuvieran súper estresadas.

Luego de los jalones de cabellos, otra pelea de hombres. Ahora es un todos contra todos. Son golpes más estruendosos. Desenfrenados. Desenfadados. Marcas, a todas las cuerdas, la marca a cada uno de los luchadores. Sube, corre, cae. Contén el aliento. Silba. Provoca a tu público. Oye a las hordas de pueblo. Sé la manifestación de sus más bajos deseos. Doble o nada. Hasta los últimos 2. Me dejó con ruido en la cabeza:¿no debía quedar sólo uno? En fin, se pusieron violentos y se suspendió la pelea.

Un homenaje a un gran luchador, de acuerdo a un video que transmitieron por las pantallas. La multitud de luchadores hicieron un circulo de aplausos para rendirle tributo. Me pregunté si había muerto de forma natural o a causa de un accidente, justo en mitad del tributo. No quise preguntarlo en voz alta porque creo que ninguna de las personas alrededor había entendido todo lo que se dijo -malvados micrófonos que no funcionaban-.

En resumen, me divertí. Noté que la gente alrededor y afuera de la arena, está realmente comprometida con esa pasión que representa el deporte -aunque acá desde donde escribo sea visto como tal- para una afición tan brava como las del fútbol. Tanto así que reproducen las leyendas (los muñecos de acción) de los luchadores en serie, igual que las máscaras, las fotos y las entradas de los revendedores.

Salí temprano, no me gustó el área cercana a la Arena y mi padre estaba muy cansado. Botanas y bolas de gente después, se publicaron ciertas fotos en Facebook de las que no debo hablar mucho. Sonrisa culpable.