sábado, 25 de diciembre de 2010

Gabriel Urdaneta.

En cada espacio entre las letras

Estoy neurótico y melancólico, pésima combinación. El trozo de mí que se consume en conspiraciones trata de seducirme, le susurra a la desnutrida Hambre de tu Presencia (Sí, en mayúscula, la vehemencia con la cual me recuerda que existe, le ganó un nombre propio) que en realidad estas ahí pero te finges ausente por razones que a mi lógica se le escurren, y a mi locura envuelven y encadenan. Lo sé, no hay base para traducir ese pensamiento relativamente retorcido al mundo físico, a ese ámbito donde: pruebas, acciones y consecuencias rigen las conclusiones, pero lo que sucede es que las percepciones que se relacionan con esos tres pilares, en mi caso, caen carbonizadas como moscas previamente hechizadas por la hoguera, hoguera encendida por la chispa nacida del choque de mi pertenencia a, y a la lejanía de eso que está ausente... Lo sé, sé que te extraño, y es por eso que no despiertas mi sed de vendetta, y a su vez esto previamente mencionado es la causa de que la semilla enfermiza, de mi trozo de susurros acres no me quiebre con sus raíces codiciosas como a rocas cansadas ya seniles. Y es que saber que me haces falta me revela que lo que me desvela no es la posibilidad de que te escondas de mi, lo que me retuerce las, digamos mariposas, por dentro, es que no estas. Me siento incomodo ante este asunto, y peor aun, me siento dependiente- Risa (no cínica, risa honestamente divertida)- Lo mas alegre y extraño de todo es que no me importa sentirme dependiente, si preguntaras por qué no te responderé directamente, solo te daría el conocimiento de un hecho probablemente insignificante, y es el siguiente: al recordarte sonrío. De esas sonrisas que cuesta borrarse de la cara, aquellas que no son manchas de dolor, indiferencia o tristeza; las que ni siquiera se nutren del orgullo desmedido. Se apodera de mi rostro físico y metafórico una sonrisa sencilla, reconfortante. Me imagino que si una planta tratara de describirla recurriría en su vegetativo lenguaje a palabras como luz, tierra o agua... Y nada. Sintetizando quiero desterrar al lugar vacío que dejas en mi, pero hay algo que dejaste por acá que no me permite descomponerme ante mi fracaso en la tentativa, ese algo se manifiesta en esa sonrisa probablemente insignificante para cualquiera menos para mí Si no la estás pasando bien donde estás, me arrecho contigo...-risa- Sé feliz ser, aunque pregonen todas las piezas de lo palpable y lo invisible, en contra, un poco de irreverencia es lo que ancla nuestra semilla azul con verde y blanco a su eje torcido.

Tu sabes cómo es todo. Él es un tipo bastante raro. Digo, me cae bien y todo pero, a veces, solo a veces tiene sus traumas internos. Que son bastantes interesantes de leer, son desparpajados sus comentarios. Sin pudor alguno, eso siempre se lo he admirado y reconocido a grandes voces. Aunque, por ser hombre, no lo entiendo. El hace que saque el lado niña de yo sin proponermelo y, por cierto, sentirme vulnerable. A veces es tierno, sobretodo en mi cumple: el me llamó por voluntad propia: super excitante.

Es el propio mejor amigo de un duende. El amante de muchas chicas. El tonto del banco de madera. El tipo de locuras infinitamente sádicas. Alguna vez dijo que me respetaba y yo nunca le dije que lo quería de vuelta. Y vuelta.

Te quiero, bicho raro y negro :)

jueves, 9 de diciembre de 2010

UN año.

Oh si. Debía publicar esto ayer pero no importa, hoy hace un año, me di cuenta de que no volvería a ya tu sabes dónde.

Querido niño Jesús:
¿Cómo estás? Hace un buen rato que no te escribo. Desde que era una niña, creo. El año en que me trajiste una bicicleta, con la que fastidié bastante. Dije, ese año, que sería la última vez que te escribiría, ahora me arrepiento de esas palabras. Cual hoja que cae de su rama.
Quisiera empezar por agradecerte, si tal cual, por hacer caso omiso de esas idioteces que escribí y también por todos los regalos que recibí desde mi última carta, todos de parte tuya. Ahora, quiero pedirte algo -así, super chiquito-; tráeme la paz dentro de las líneas de tu ya sabes dónde. También seria cartelúo que me dejaras volver a ver a las chicas más lindas que no volveré a conocer. A los chicos de siempre. Y, claro, tu ayuda para conservar las amistades nuevas que he hecho.

Hasta la otra pues,
Barbie.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Nuevo.



Te miro de frente.


Te miro dos veces.


Otra vez te miro.


Te miro cinco veces.


Te miro porque quiero,


porque eres el ente


que aún no despierta


cada vez que te miro.