sábado, 13 de marzo de 2010

Pour elle.

Quien lea este poema entenderá lo que pasa por mi cabeza cada vez que hablo con dos o más musas. Bueno que ellas me hablan a mí, sería lo más exacto. Cada vez que una persona de la que quiero aprender, que me interesa, que me conoce y me echa de menos. Quien está o no pensando en algo mientras lee. Quien, ante todo, se entrega al placer que ofrece la lectura sola y en público. Está dedicado a ese lector trasnochado, con su café en la mano, que lo hace despacito y saboreando cada palabra hasta desentrañar el misterio que estas, las palabras, representan en sí mismas. Te lo digo, tú, es para vos. Sòlo para vos.

Ella es la rosa que sale del rosal,
la aceptas con espinas y todo.
Ella es el chocolate caliente,
en la olla y ardiendo.
Ella es la más bella de las joyas
de un reino decadente.
Ella es el trino del ave
libre por la corriente
de la urbe cosmopólita.
Ella es la locura enraizada
firmemente en las imágenes
que se leen a toda voz, a medianoche.
Ella es la espía nocturna
que, con convicción, toca
y piensa como siente.
Ella es quien lee.
Ella es quien siente.
Ella es a quien se le dedica.

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