Sección nueva. Yupi. Bajo este título escribiré aventuras literarias literalmente, basadas en experiencias lo más reales posible. ¿Se entiende? He aquí la primera crónica: un viaje por el metro de Caracas a las 7am. Quien sepa cómo es semejante odisea, entenderá perfectamente de qué estoy hablando aca.
Paseo.
7:00 am. Ella cierra la llave de la ducha, se saca el exceso de agua del cabello. Envolviendo su cuerpo con la toalla, sale y se mira en el espejo. Con la mano remueve el vapor condensado en el cristal y mira su reflejo que le devuelve una mirada llena de vida. Ella es el tatuaje que lleva en el antebrazo: una sirena. Con el cabello negro que le llega a la cintura ensaya poses masculinas, mientras conversa con el tubo de crema dental. Ensaya voces, posturas: prueba voces de amigos suyos, cómo se mantienen de pie -alguna vez con un cigarrillo en la mano, un libro o una reseña fresca de alguna revista literaria-. "La literatura siempre miente", proclamaba Vargas Llosa -repite con convicciòn-, "La literatura no se ha hecho para los ignorantes" exclamó en una clase magistral SM. Ja! Disfrutenlo, chic@s. Twittea al llegar a su laptop: "La desacreditación es magistral como el lavatrastes argentino". Abre la ventana, por fortuna, no hay ningún vecino viendo por la ventana. Deben de estar camino a sus trabajos y agobiados por el cruel tráfico que se estaciona por las calles congestionadas de Caracas. Eso y el calor que provoca salir desnudo a la calle, ver las cicatrices de una ciudad que se hacía llamar la "Sucursal del cielo" cuando lo único que es -hoy- un horno sofocante. Como cada mañana, elige de sus pocas prendas cómo disfrazarse hoy. No hace sol, al fin. Pantalones largos y bufanda, es la combinación estelar. Poco maquillaje, cabello suelto. Alimenta a los peces antes de irse, coloca su máquina en su bolso, pasa por el acuario y cierra la puerta con doble llave. Camina hacia el metro y escucha por primera vez el canto de un cristofuè encima del sonido del tráfico. Entra al metro Miranda -antes Parque del Este-, pasa el torniquete (Dios, me quedé sin ticket, recordatorio: comprar los tickets estudiantiles) y entra en el vagon por puro milagro; se oye en la radio: "Se les informa a los señores usuarios que el sistema presenta un leve retraso en estos momentos. Por favor utilice transporte superficial", Se cierran las puertas y ella se da cuenta de donde se encuentra: encerrada en un vagón plagado de gente que respira, se mueve y se queja. "Como si los quejidos movieran al mundo". Probablemente esta semana arranque mejor, piensa, mientras siente los empujones de la gente que 'trata' de llegar a tiempo a sus oficinas.
Dedicado a Daniel y a Patricia.
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