En este post voy a escribir sobre una chica venezolana que me encantó con sus poemas. UCVista hasta la muerte -o la ausencia de dinero, da lo mismo-, cosmopolita, fanática de vivir el momento y un marcado acento valenciano. Así es ella. Es una chica dulce, sensible y cariñosa, cuando la conoces bien -o, en mi caso, haces el intento-. Ella es Oriana Morales. Su estilo va desde el temprano Renacimiento hasta el romanticismo puro, todo depende de lo que la conmueva. Ahora que lo pienso, debería esperar hasta que cumpla su mayoría de edad. Quedan pocos días para ello, y publicar esto. Pero no puedo, hoy estaba pensando en uno de sus versos: el angel que fue desterrado del cielo. Esto demuestra la ternura con la que ella es capaz de tratar al que piensa diferente de ella. Uno de mis momentos favoritos con ella fue leer a Sor Juana Inés de la Cruz entre las dos, leimos el primer sueño: 975 versos para el desengaño y la desilusión. Cosa curiosa, a mí me fascina ese poema; a ella no. Quizá fuera el contexto en el que aconteció semejante cosa: un rompimiento, no lo sé. Mientras se me ocurre que otra cosa puedo decir de esta señorita tan especial en mi vida, pueden leer este poema suyo:
Elefante.
(A todos esos seres que en esta vida se sienten presos)
¡Grandioso elefante, Rey de la sabana!
Encerrado en esta celda con grilletes de esclava
Tus ojos me miran, parecen espejos
Tristeza profunda en ellos yo veo
Tu trompa me extiendes, como si de una mano tratara
Yo extiendo la mía y la aprietas con gracia
La siento arrugada, también es pesada
Con ella recoges maníes y paja
Por ti siento pena
Cautivo te encuentras
¡Grandioso elefante, si liberarte pudiera!
En aquéllas praderas en la tierra africana
Corrías y jugabas en tu infancia temprana
Vivías feliz, siempre a tus anchas
Jugando con la trompa de tu madre elefanta
Imagino tu vida
La libertad que tenías
Porque con tus patitas
A donde quisieras te ibas
Tu reino fue una sabana
Ahora es una celda
Los días y las noches la cuenta ya ni llevas
Te hundes en miseria y lo único que esperas, es una muerte serena.
(A todos esos seres que en esta vida se sienten presos)
¡Grandioso elefante, Rey de la sabana!
Encerrado en esta celda con grilletes de esclava
Tus ojos me miran, parecen espejos
Tristeza profunda en ellos yo veo
Tu trompa me extiendes, como si de una mano tratara
Yo extiendo la mía y la aprietas con gracia
La siento arrugada, también es pesada
Con ella recoges maníes y paja
Por ti siento pena
Cautivo te encuentras
¡Grandioso elefante, si liberarte pudiera!
En aquéllas praderas en la tierra africana
Corrías y jugabas en tu infancia temprana
Vivías feliz, siempre a tus anchas
Jugando con la trompa de tu madre elefanta
Imagino tu vida
La libertad que tenías
Porque con tus patitas
A donde quisieras te ibas
Tu reino fue una sabana
Ahora es una celda
Los días y las noches la cuenta ya ni llevas
Te hundes en miseria y lo único que esperas, es una muerte serena.
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