jueves, 20 de mayo de 2010

Trasnacional.


En este post voy a escribir sobre una chica venezolana que me encantó con sus poemas. UCVista hasta la muerte -o la ausencia de dinero, da lo mismo-, cosmopolita, fanática de vivir el momento y un marcado acento valenciano. Así es ella. Es una chica dulce, sensible y cariñosa, cuando la conoces bien -o, en mi caso, haces el intento-. Ella es Oriana Morales. Su estilo va desde el temprano Renacimiento hasta el romanticismo puro, todo depende de lo que la conmueva. Ahora que lo pienso, debería esperar hasta que cumpla su mayoría de edad. Quedan pocos días para ello, y publicar esto. Pero no puedo, hoy estaba pensando en uno de sus versos: el angel que fue desterrado del cielo. Esto demuestra la ternura con la que ella es capaz de tratar al que piensa diferente de ella. Uno de mis momentos favoritos con ella fue leer a Sor Juana Inés de la Cruz entre las dos, leimos el primer sueño: 975 versos para el desengaño y la desilusión. Cosa curiosa, a mí me fascina ese poema; a ella no. Quizá fuera el contexto en el que aconteció semejante cosa: un rompimiento, no lo sé. Mientras se me ocurre que otra cosa puedo decir de esta señorita tan especial en mi vida, pueden leer este poema suyo:

Elefante.

(A todos esos seres que en esta vida se sienten presos)



¡Grandioso elefante, Rey de la sabana!

Encerrado en esta celda con grilletes de esclava

Tus ojos me miran, parecen espejos

Tristeza profunda en ellos yo veo



Tu trompa me extiendes, como si de una mano tratara

Yo extiendo la mía y la aprietas con gracia

La siento arrugada, también es pesada

Con ella recoges maníes y paja



Por ti siento pena

Cautivo te encuentras

¡Grandioso elefante, si liberarte pudiera!



En aquéllas praderas en la tierra africana

Corrías y jugabas en tu infancia temprana

Vivías feliz, siempre a tus anchas

Jugando con la trompa de tu madre elefanta



Imagino tu vida

La libertad que tenías

Porque con tus patitas

A donde quisieras te ibas

Tu reino fue una sabana

Ahora es una celda

Los días y las noches la cuenta ya ni llevas

Te hundes en miseria y lo único que esperas, es una muerte serena.

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